Soy psicóloga, psicoterapeuta y mi pasión es conocer y acompañar a personas en sus procesos de cambio, transformación y renacimiento. Llevo años dedicada a este tema en cuerpo y alma, pasando consulta, escribiendo Mujer Serpiente, leyendo y reflexionando acerca de cómo apoyar y favorecer procesos de transformación. Pese a todo esto cuando nació mi hijo atravesé una experiencia muy dura y por esto decidí escribir este texto.

He tardado tres años y medio en ser capaz de ordenar mis ideas y tener el tiempo y la energía para crear un texto corto y claro (hay poco tiempo cuando tienes un bebé en casa).

El postparto es una experiencia delicada pues en muy poco tiempo la mujer atraviesa muchos procesos. Cambia el cuerpo, cambia la identidad, cambia la configuración de la familia (de dos a tres, de tres a cuatro…) y hay una etapa de fragilidad hasta que la familia conforma su identidad y se adapta a la nueva situación, cambia la perspectiva de la vida, cambian los horarios y las rutinas, cambia la sexualidad, cambian los roles del hombre y la mujer, cambia el cerebro, cambian los comentarios recibidos y las conversaciones, cambian la visión del pasado y los planes de futuro, cambia la casa que se llena de cachivaches, cambia el ocio, cambia el tiempo que necesitas para las actividades cotidianas, cambian los aliados…Además después del parto te encuentras con un ser que intuyes pero aún no conoces, te encuentras con su vulnerabilidad y lo que ella despierta en ti, aparecen sentimientos fuertes e intensos de ternura, protección, inseguridad…y todo esto en unas horas…

 

Hay factores que protegen y hacen más fácil este proceso:

  • personas disponibles a ayudar
  • la casa preparada
  • una relación de pareja sólida y capaz de soportar las tensiones y dificultades de la primera etapa
  • prosperidad económica
  • un proceso personal previo al parto que habilite recursos personales y herramientas para ir resolviendo lo que aparece
  • una relación lo más armónica y respetuosa posible con la familia de origen
  • una madre disponible a estar ahí y ayudar
  • ser una mujer casera o ser dinámica pero llevar bien lo de estar sola en casa
  • un bebé sin problemas de salud
  • un parto que no se salga mucho del parto deseado y esperado
  • que la recuperación del parto sea fácil y rápida
  • el teléfono de una asesora de lactancia por si las moscas
  • la capacidad de pedir ayuda y personas capaces de comprender la ayuda que necesitas
  • una red de madres amigas o una red de amigas amables
  • la experiencia de alguien cercano que te cuente de qué va el tema
  • un bebé de los llamados tranquilos (menos activos, duermen más, se adaptan mejor a los cambios)…

casi nadie tiene todos estos factores… con tener varios ya vale… si tienes solamente uno vete buscando debajo de las piedras antes del parto…

postparto

Yo sobre todo tenía recursos personales y confié demasiado en ellos. Se me olvidó o no di mucha importancia al cansancio físico-agotamiento después del parto. No tuve en cuenta la energía que me llevó afrontar que Hari nació de una manera muy distinta a la que imaginé. Además del encuentro con un bebé que no me esperaba. Siempre que me había conectado a Hari durante el embarazo me llegaba mucha armonía y suavidad, creí que sería un bebé sereno y quietecito. Y no fue así. Lloraba y lloraba y cualquier cambio le producía inquietud…y yo no estaba preparada para esto. Tuve que aprender en poco tiempo cómo calmar a un bebé, qué necesitaba evitar y cómo favorecer la tranquilidad en un momento en el que yo me sentía muy desbordada.

Tampoco para las dificultades en la lactancia (fueron pocas pero lo viví de manera angustiosa). Creía que nacería Hari y las diferencias con su padre disminuirían. No fue así, aumentaron y además teníamos menos tiempo y paciencia para afrontarlas. También me sorprendió el cambio de mi mente. Después de muchos años de meditación diaria nació mi hijo y era incapaz de aquietar mi mente, de recordar muchas cosas o de atender a conversaciones. El foco de mi mente era Hari y su bienestar. Lo demás aparecía difuso y lejano. Gracias a la naturaleza que es muy sabia, seguí siendo capaz de concentrarme en mi trabajo y recordar todo lo dicho en las sesiones. Algo que no me esperaba era que la gente comentaba y criticaba mi actuar como madre en cualquier momento y lugar y sin previo aviso. En cuanto decidí que yo era la madre que era y que lo hacía lo mejor que podía los comentarios disminuyeron o quizás me afectaron menos. Pero al principio esto me pilló por sorpresa.

El parto es una muerte en vida. Es algo serio. Muere el contacto continuo con el hijo o la hija dentro del vientre y nace un ser separado físicamente y una etapa de cuidados continuos y absorbentes. Muere mi yo conectada a mi tripa y nace mi yo madre-tú hijo. Muere la mujer sin hijos/hijas y nace la madre. O muere la madre de un solo hijo/a y nace la madre de dos. Muere la pareja sin hijos y nace la familia y la pareja desaparece un tiempo para luego volver de a poquitos con nuevos roles y un ser al que atender y acompañar… ”ya no es lo mismo”. Muere una familia de tres y nace una de cuatro con la madre ocupándose de un bebé, con el corazón pendiente de los hijos/as anteriores  y el padre a tope apoyando por aquí y por allá… y cuando atravesamos la muerte en vida pueden aparecer muertes previas, duelos atascados, heridas de la propia infancia, contenidos del inconsciente que aparecen… y todo esto con poco tiempo, poco sueño y sin parar…

Cuando estaba embarazada consulté la página web de una matrona que tenía un dibujo de una pareja con cara de sorpresa y angustia y un tren que pasaba a toda prisa. El tren del posparto lo llamaba. Me pareció una exageración. Me preocupaba el parto y creía que el postparto iba a ser una etapa tranquila y cuestión de organización. ¡Qué difícil es mirar más allá del parto cuando una está embarazada del primer hijo! Al menos para mí lo fue y me pilló el toro…

 

Resumiendo…

Puedes tener un postparto suave y amable y puedes tenerlo de los durillos. Por si acaso es importante tener una red disponible, acudir a la matrona y especialmente si hay cualquier complicación, tener a  mano los teléfonos de una asesora de lactancia, de un/a fisio y de una psicóloga de las cercanas, complicidad con alguien para poder gestionar los comentarios y críticas externos y las dudas internas, amigas y amigos amables y pacientes, un parque cerca para conocer a las madres en la misma etapa, alguien cercano o lejano que se ocupe de ayudar en las tareas domésticas durante un tiempo, un cuaderno para escribir-pintar-garabatear…

Cuidarse el cuerpo, dormir lo que se pueda cuando se pueda, recibir el amor de donde haya disponible y todos los apoyos del mundo. Apoyos-Apoyos-Apoyos disponibles. Algunos son externos: familia extensa, personas amables, cercanas, con tiempo y capacidad de escucha y otros son apoyos internos: paciencia, amabilidad con una misma, sentido del humor y también ganas de jugar, cantar, abrazar, besar y cuidar a un peque…

Yo que siempre había acudido a la naturaleza a buscar amor y a regenerarme lo pasé regular…no podía estar en la naturaleza, Hari no soportaba el coche y yo no soportaba escuchar su llanto, así que durante un tiempo largo estuve sin moverme mucho de casa…me sentía atrapada y medio huérfana…me quedé sin mi gran aliada en el momento  en que más la necesitaba…poco a poco fui habitando la noche y la madrugada y encontrando en la penumbra y el silencio mi nuevo refugio…

Si ya estás metida en el postparto y es de los durillos estos son algunos recursos caseros que yo usé y que ofrezco a las mujeres que encuentro atravesando el túnel:

 

Cuento Medicina.

Una mujer parió a su hijo y se convirtió en amor, puro amor. Su hermana parió a su hijo y se hizo pedazos. Ella no comprendía por qué le estaba sucediendo esto. Quería ser amor como su hermana. Llevando a su hijo en brazos subió a la montaña para hablar con el Espíritu del Bosque. “Hermano Espíritu, ya me ves, vengo con mi hijo hecha pedazos. ¿Por qué me ocurrió esto? Yo quiero ser amor, como mi hermana y ofrecer ese amor a mi hijo. Ahora solamente le puedo ofrecer pedazos de mí. No es justo”. El Espíritu habló con la voz el viento. “Hay dos familias. La familia del amor y la familia de la transformación. Aunque vosotras sois hermanas de sangre pertenecéis cada una a una familia diferente. Las madres de la familia del amor se hacen aún más amorosas al parir a sus hijos. Las madres de la familia de la transformación se hacen pedazos y poco a poco tomando cada pedazo en su mano y en su corazón van convirtiéndose en luz para alumbrar lejos, lejos, lejos. Tus pedazos son sagrados. Cada una de ellos es luz y medicina para muchas mujeres, hombres, vidas, almas. Toma tus pedazos y entrando en ellos serás luz”. La mujer volvió con su hijo a su casa y eso hizo. Transformó sus pedazos en cuentos, canciones, conocimiento, sabiduría, medicina. Este cuento salió de uno de esos pedazos. Si eres de la familia de la transformación recuerda que cada uno de tus pedazos alumbrará la oscuridad y sanará muchas heridas. Si este cuento te resuena imprímelo, haz un dibujo, llévalo contigo, léelo antes de dormir. Su medicina irá guiando tu alma.

 

Metáforas de Luz.

Necesitaba una metáfora que pudiera reconocer para poder guiarme en este territorio desconocido para mí de acompañar y criar a un bebé. Las metáforas son símbolos que dan pistas al alma para ubicarse cuando se ha desorientado. Cuando la encontré me sentí aliviada. Esta metáfora puede no valer para ti, es importante buscar la tuya, la metáfora que a ti te dé orientación.

Durante años fui a la montaña a caminar por ella, a subir picos, a retarme, a sentir mi cuerpo en marcha, a sentirme parte de algo más grande que yo, a sentir su fuerza en mí. Estaba tan agotada en cuerpo y alma que imaginé que estaba haciendo una larga travesía por la montaña. Y pensar esto me ayudó a recordar muchas experiencias de estar muy cansada en la montaña y decirme a mí misma venga María, un poquito más, venga, un poquito más y sentir cómo estas palabras me animaban a continuar… y las mismas palabras que antes me ayudaban a subir montañas ahora me ayudaban cada día a continuar con la crianza. Venga, un poquito más, un poquito más, que ya estás llegando. Busca tu metáfora. Yo cuando me instalé en esto es como una travesía de montaña pero a lo grande, me sentí ya en ruta.

 

Canción de Poder

Me gusta mucho cantar y mi hijo disfrutaba y disfruta mucho cuando cantamos. Recuerdo ir elaborando canciones de poder. Canciones cortas para darnos ánimos, o para calmar a mi hijo, o para recordarme-recordarnos verdades importantes más allá del momento vivido. Las tatareaba cuando llevaba a mi hijo en la mochila o cuando empujaba el carrito cuesta arriba. Algunas parejas se rompen cuando nace el primer hijo, otras cuando nace el segundo, muchas otras permanecen juntas y se fortalecen al atravesar la tempestad. Especialmente si estás gestionando aprender a ser madre a la vez que aceptando una separación las canciones de poder son importantes. Calman la mente, hablan al alma, tranquilizan a los peques. “Todo esto pasará e irá para mejor. Y mucho aprenderemos y también reiremos…”

 

Talentos

Saber que las etapas difíciles nos ayudan a desarrollar talentos nos ayuda a confiar en que hay un sentido más allá de lo obvio en la experiencia que estamos viviendo. Paciencia, fortaleza, creatividad, capacidad de resolver diferencias y conflictos, capacidad de pedir ayuda, coraje, amor por nosotras mismas, confianza en la vida…

 

Del túnel te saca alguien o algo

Del túnel nos saca alguien o algo. Puede ser una conversación con alguien o pueden ser varios pequeños momentos compartidos con familia, amigos y amigas o conocidos con las que hay resonancia. A mí me sacó el comentario de una amiga que me ayudó a encontrar sentido a la experiencia que estaba viviendo. Este texto es fruto de aquella conversación en la que ella me dijo que lo que estaba experimentando me iba a ayudar muchísimo para poder acompañar a otras madres transitando por territorios parecidos.

 

Mirada sagrada

También aceptar que aunque no comprendamos por qué o para qué esta experiencia tiene un sentido calma la mente que trata de entender y permite el transitar por la experiencia. Hacer una meditación en la que nos encontramos con nuestra parte más sabia y amorosa, nuestro Ser Superior, nuestra Maestra interior…usa las palabras que más te resuenen…y preguntar y pedir guía-consuelo-acompañamiento…visitar este lugar las veces que sea necesario.

 

Una pequeña tribu

Me cuesta conocer gente nueva, tiendo a relacionarme con mis amigas y amigos de toda la vida. Pero en esto de ser madre los horarios, rutinas, ocio dependen mucho de tener hijos o no, de las edades de los mismos o de vivir cerca…gracias a la vida las madres de mi parque se intercambiaron los teléfonos y yo estaba por allí en ese momento…así que entré en una pequeña tribu de mujeres madres de bebés que vivíamos cerca unas de otras. Todas estrenando el ser madres. Nos veíamos en el parque, en otoño empezamos a quedar en las casas…busca madres que vivan cerca…es un regalo para todas…

Pensamos en el posparto como la etapa inmediatamente posterior al nacimiento de un hijo o hija. Y es así en teoría. En realidad el posparto puede durar meses o incluso años. Cada mujer necesita un tiempo para integrar la maternidad y lo que ella ha traído a su vida. Yo he sido bastante lenta. Me ha llevado tres años comprender de qué va esto para mí y cómo puedo transitar por este territorio con gozo y algo más de sabiduría.

Ánimo.

Por favor pasa este texto a tus amigas, hijas, hermanas, sobrinas y conocidas embarazadas. También a sus parejas. También a matronas, doulas, asesoras de lactancia, pediatras, médicos de cabecera, fisioterapeutas, terapeutas, psicólogos y psicólogas para que lo puedan difundir y llegue a las mujeres que lo necesiten. Leer el texto puede ser de ayuda y se puede aminorar sufrimiento y dureza en una época tan delicada y especial como dar la bienvenida al mundo a un hijo o hija.

 

María Ponce de León Fuentes
Psicóloga colegiada-Terapeuta Gestalt-Arteterapeuta
www.mariaponce.es

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